En los centros educativos, principalmente de
primaria, podemos identificar un gran impulso a nivel político para la
incorporación y uso de las TIC en las aulas, en un primer momento con los
centros TIC, y ahora el definitivo con el proyecto Escuela 2.0. Pero este
impulso político no es la única condición para que estos planes lleguen a implantarse
y desarrollarse. El profesorado es un elemento clave en todo este proceso. Area
y Correa (2010) identifican una posible barrera en la incorporación de las TIC
en las aulas en el profesor, en concreto en la falta de motivación y confianza
en las TIC. Estas actitudes de des motivación y desconfianza pueden identificar
en muchos docentes, es común detectar en muchos centros educativos a profesores
que no tienen una disposición favorable hacia las TIC, y, quizás menos, a su
incorporación en el aula. Esta disposición se vincula mucho a qué emociones
vive el docente ante las tecnologías. Por eso nos hemos propuesto profundizar
en estos conceptos, viendo sus posibles implicaciones en la acción docente, en
el planteamiento y desarrollo educativo.
Vygotsky (1995)
Tal como Vygotsky (1995) afirma, el
pensamiento está unido al afecto. Cualquier tipo de pensamiento está impregnado
de emoción, de afecto, lo que hace que la realidad educativa se desarrolle
entre pensamientos y sentimientos. Si queremos conocer y comprender las
acciones educativas de los docentes, hay que analizar sus pensamientos, y como
parte de ellos, las emociones.
Maturana (1994)
Maturana
(1994) explica la relación entre el lenguaje y los sentimientos argumentando
que en el conversar se enlazan ambos conceptos. Lenguaje y sentimiento, no
pueden explicarse el uno sin el otro. El lenguaje surge en la interacción personal,
en el que se entrelazan las emociones con el habla, influyendo ambos aspectos
en las ideas, deseos, sentimientos de la persona. Sus planteamientos van
incluso más allá ya que afirma que son las emociones las que guían la acción y
no la razón. Los seres humanos son seres emocionales que usan la razón para
justificar y ocultar las emociones que se dan en nuestras acciones, por ello
sería conveniente tomar conciencia de la relación entre el razonar , el
emocionar y el actuar, del “entrelazar” que se establece entre ellos,
haciéndonos así responsables de nuestros deseos.
Ambos autores coinciden en esta idea, las
emociones están presentes en lo que pensamos y expresamos. Pensamientos y
emociones constituyen un binomio inseparable que lleva a la necesidad de
reconocer las emociones en los docentes por la gran presencia e influencia que
tienen en la acción educativa. Si los
procesos educativos se asientan en procesos de interacción social, en la
comunicación, y si, en estos procesos comunicativos se entrelazan ideas con
sentimientos, no sólo tenemos que cuidar las ideas que en ellas se exponen sino
también los sentimientos que se viven y expresan.
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